"Te puedes sentar, viajero, en esta casa de piedras: es tarde tal vez bajo tu bandera, en tu patria. Aquí siempre es temprano y el fuego está por encenderse (...) Tú, si quieres permanecer o disolverte, puedes hacerlo. Lo único que se exige es azul"

Estas palabras de Pablo Neruda me parecieron oportunas y cálidas para darte la bienvenida. Sean, entonces, la puerta de entrada a mi casa de palabras. Con ellas y las de Octavio Paz comenzamos a navegar.

..... " La poesía /siembra ojos en las páginas /siembra palabras en los ojos /
..... Los ojos /se cierran. /Las palabras se abren."

viernes, 11 de febrero de 2011

PARA LOS AMIGOS

Para los que se acercaron a saludar, para los que dieron sus buenos deseos, para los que no conozco pero se sintieron convocados por los libros, la poesía, los niños... Para los amigos, una ciruela.



Hacia la cordillera los caminos viejos
iban cercados por ciruelos,
y a través de la pompa del follaje,
la verde, la morada población de las frutas
traslucía sus ágatas azules,
sus crecientes pezones.
En el suelo las charcas reflejaban
la intensidad del duro firmamento:
el aire era una flor
total y abierta.

Yo, pequeño poeta,
con los primeros ojos de la vida,
iba sobre el caballo balanceado
bajo la arboladura de ciruelos.

Así en la infancia pude
aspirar en un ramo el aroma del mundo,
su clavel cristalino.

Desde entonces
la tierra, el sol, la nieve
las rachas de la lluvia en octubre,
en los caminos,
todo,
la luz, el agua, el sol desnudo,
dejaron en mi memoria
olor y transparencia de ciruela:
la vida ovaló en una copa
su claridad, su sombra,
su frescura.
¡Oh, beso de la boca en la ciruela,
dientes y labios llenos
del ámbar oloroso
de la líquida luz de la ciruela!

Ramaje de altos árboles
severos y sombríos
cuya negra corteza trepamos
hacia el nido,
mordiendo ciruelas verdes,
ácidas estrellas!

Tal vez cambié, no soy
aquel niño a caballo
por los caminos de la cordillera.
Tal vez más de una
cicatriz o quemadura de la edad
o la vida
me cambiaron la frente,
el pecho, el alma.

Pero otra vez,
otra vez vuelvo a ser
aquel niño silvestre
cuando en la mano levanto una ciruela:
con su luz me parece que levanto
la luz del primer día de la tierra,
el crecimiento del fruto y del amor
en su delicia.

Sí, en esta hora,
sea cual sea,
plena como pan o paloma
o amarga como deslealtad de amigo,
yo para ti levanto una ciruela
y en ella, en su pequeña copa
de ámbar morado y espesor fragante
bebo y brindo la vida
en honor tuyo,
sea quien seas,
vayas donde vayas.

No sé quién eres,
pero dejo en tu corazón
una ciruela.
               
                         Pablo Neruda

3 comentarios:

  1. Saludos, Mercedes.
    Celebro tu buen gusto y tu sensibilidad, la sencillez de tu palabra, la diafanidad de tu canto que está presente no solo en tu poesía.
    Desde mi morada en Barraco un cálido abrazo y desde ya soy un seguidor de tu blog.
    Abrazos,
    ORLANDO GRANDA

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  2. Bienvenido, Orlando! Qué bueno verte por aquí y que hayas dejado señal de tu visita. La idea es, justamente, que éste sea un lugar de intercambio y diálogo, que se construya con el aporte de todos. De modo que ¡gracias! Y que se repita!
    Mercedes

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  3. Claro que sí, Mercedes. Estaré siempre pendiente de tu blog. Es una alegría encontrar blogs de gente sensible como tú (tus Datos personales constituye una delicada y deliciosa prosa poética
    que cada que puedo releo complacido).
    Un fuerte abrazo desde mi Morada en Barranco.

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