"Te puedes sentar, viajero, en esta casa de piedras: es tarde tal vez bajo tu bandera, en tu patria. Aquí siempre es temprano y el fuego está por encenderse (...) Tú, si quieres permanecer o disolverte, puedes hacerlo. Lo único que se exige es azul"

Estas palabras de Pablo Neruda me parecieron oportunas y cálidas para darte la bienvenida. Sean, entonces, la puerta de entrada a mi casa de palabras. Con ellas y las de Octavio Paz comenzamos a navegar.

..... " La poesía /siembra ojos en las páginas /siembra palabras en los ojos /
..... Los ojos /se cierran. /Las palabras se abren."

miércoles, 2 de marzo de 2011

CREPÚSCULO EN EL RÍO

Todo está dicho, sí...y en los colores
se desmayan pinceles.
Labra el silencio cofres de arreboles
y en el aire hay nostalgia de bajeles.
Todo está dicho ya. Metáforas, figuras.
Ni una palabra más.
Sólo te queda para las futuras
tardes que yo no sé si vivirás
este inmóvil recuerdo de un ocaso
con lentas golondrinas.
Todo está dicho ya. Detén el paso
que tú también declinas
que ya se van las tardes por el río
los años por la orilla
y tu vieja pasión ya toca el frío
de un olvido de página amarilla.
Todo está dicho, sí, ya lo dijiste
a rubias y morenas
ya tu aisaje se te torna triste.
Goznes gastados, intenciones buenas...

Todo está dicho, ya. Calla y admira.
Vana, tu voz exalta
el dulce aroma al que tu verso aspira.
Solo te vieron en la Piedra Alta
solo en el muelle contemplando el agua
bañando tus sentidos.
Del Salto Chico la menuda fragua
de un obrero invisible, en tus oídos
dejó cristales moribundos. Tienes
derecho a la tristeza
y a reflejar la luna de tus sienes
en la crepuscular tierna pereza
del río detenido en un remanso.
Todo está dicho, sí...
Vuelve a tu casa, ordena tu descanso
con algunos recuerdos que de ti
tendrán sencillas gentes conocidas.
Todo pasó en un vuelo.
Pasó tu vida, pasan muchas vidas
y algunas golondrinas por el cielo.
                                                 
                                                   Enrique Amorin

¿Qué recurso misterioso es el que hace que este poema, crepuscular y nostálgico, haya sido mi preferido a los 8 años?
No lo sé, pero lo releo ahora y siento la misma sensación que entonces: una vaga tristeza, un dolor apacible y dulce, un cariño inmenso por su autor.
Sí, todo pasó en un vuelo, Enrique.
Ni una palabra más.

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