Hay, por el contrario, comentarios que nos reconfortan, opiniones de personas a las cuales no conocemos pero que, al leerlas, reconocemos como cercanas y a las que, como lo hacen esos automóviles de la misma marca que al cruzarse encienden sus luces, saludamos con un guiño.
La noticia a la que aludimos dice así:
E libr que no p ede esper r
Ese es el título del novedoso experimento de una editorial argentina que apunta a incentivar la lectura y evitar que los libros, aunque sean recién comprados, queden olvidados en una biblioteca. Y ciertamente este volumen no puede esperar porque tal como se insinúa desde la tapa, está impreso con una fórmula que hace que las letras comiencen a desaparecer en un plazo máximo de dos meses después de abierto por primera vez.
La idea es de la Editorial Eterna Cadencia y la agencia de publicidad DraftFCB. Para ponerla en práctica se eligió una antología de cuentos de jóvenes escritores latinoamericanos que ya fue publicado en formato convencional bajo el título El futuro no es nuestro, en 2009. Se pondrá a la venta en breve, a un precio simbólico. Según señala la revista cultural Ñ, del diario Clarín, quien lo adquiera debe tener en cuenta que el proceso se desencadena apenas el libro se extrae de la bolsa en que viene. Cuanto más se expone a la luz más rápido desaparecerá su contenido y en poco tiempo no será más que un cuaderno de hojas en blanco.
Tomado de El País, Mdeo. 29 de abril de 2012
El comentario es el siguiente:
Contábame ayer mi amigo el flaco Gilberto que a su vez le contaba su hermana de la nueva sensación "literaria" de la feria del libro de Baires que hacía llamar libro descartable. Una especie de artefacto que al mejor estilo de la cinta de Misión imposible, si no es leído dentro de un plazo establecido no se autodestruye pero sí se borra, convirtiéndose en...un cuaderno. Este artilugio, que al parecer trata de captar lectores modificando el soporte, en realidad lo que hace es justamente desintegrar lo que verdaderamente importa que es, justamente, la literatura. Porque al final leer es releer, leer es subrayar, leer es tachar, leer es discrepar con el autor y discrepar con las mismas tachaduras que el propio lector hizo hace diez años o diez minutos, leer es escribir, es justamente esa dialéctica de ambas operaciones. Feliz día del libro que no se borra para todos.
Tomado del facebook de walas
La editorial ETERNA Cadencia hace un libro efímero: esa gente tiene un problema con el tiempo
ResponderEliminarNo estoy segura de que este soporte incentive la lectura de aquéllos que no poseen el hábito, ni han experimentado el goce de la lectura
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