No, no lo sabía. Pero es coherente con su esencia. El primer canto de gesta de nuestra nacionalidad fue aquel himno que los niños salteños cantábamos en la escuela:
Orientales, la patria peligra
reunidos al Salto volad
Libertad, entonad en la marcha
y al regreso decid libertad.
Animémonos y vayan decía riendo don Olmos, un entrañable y sabio gaucho viejo que conocí en los campos de Cerro Largo. No era ésa la filosofía de Hidalgo. Arengó a volar y voló, y puso el hombro en lo que hizo falta, Ministerio de Hacienda o Dirección de Casa de Comedias.
Murió pobre, como vivió, y nadie sabe hoy dónde están sus huesos. Pero fue uno de los imprescindibles: un poeta popular.
Por eso, nos alegramos doblemente por el reconocimiento a la obra del amigo. Más allá de los premios, siempre es bueno que alguien reconozca nuestro trabajo. Y si es un Bartolomé Hidalgo, mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario