Cruzar el puente a pie.
Sentir el viento golpeando la cara, los colores del cielo endulzando los ojos.
Ver nacer el sol en el Brasil.
Detenerse en la señal que indica el cruce, un pie en cada lado. Sentirse internacional.
Recostarse luego en la baranda para ver los colores de los botes meciéndose en el Jaguarão. Sentir que sólo en su lengua original puede decirse el nombre de este río, de esta ciudad que, en nuestros labios, se vuelve tosco Yaguarón.
Al regresar, mirar desde lejos las altas torres, las arcadas múltiples.
Ver morir el sol en Uruguay.
Creer estar, por un instante, en una ciudad europea, tal vez en el norte de Italia, imaginar que es el Po el que corre rumoroso bajo nuestros pies, y el propio Mastroiani quien cruza a nuestro lado en bicicleta. Reconocer nuestro error y volver a la realidad al escuchar el Bom dia con que nos saluda el ciclista.
Al llegar a Río Branco, descubrir en el bolsillo el ticholo olvidado que logró eludir el control aduanero. Saborearlo mientras se toma la foto que perpetúe el recuerdo.
"Te puedes sentar, viajero, en esta casa de piedras: es tarde tal vez bajo tu bandera, en tu patria. Aquí siempre es temprano y el fuego está por encenderse (...) Tú, si quieres permanecer o disolverte, puedes hacerlo. Lo único que se exige es azul"
Estas palabras de Pablo Neruda me parecieron oportunas y cálidas para darte la bienvenida. Sean, entonces, la puerta de entrada a mi casa de palabras. Con ellas y las de Octavio Paz comenzamos a navegar.
..... " La poesía /siembra ojos en las páginas /siembra palabras en los ojos /
..... Los ojos /se cierran. /Las palabras se abren."
Estas palabras de Pablo Neruda me parecieron oportunas y cálidas para darte la bienvenida. Sean, entonces, la puerta de entrada a mi casa de palabras. Con ellas y las de Octavio Paz comenzamos a navegar.
..... " La poesía /siembra ojos en las páginas /siembra palabras en los ojos /
..... Los ojos /se cierran. /Las palabras se abren."
Que lindo relato.
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