"Te puedes sentar, viajero, en esta casa de piedras: es tarde tal vez bajo tu bandera, en tu patria. Aquí siempre es temprano y el fuego está por encenderse (...) Tú, si quieres permanecer o disolverte, puedes hacerlo. Lo único que se exige es azul"

Estas palabras de Pablo Neruda me parecieron oportunas y cálidas para darte la bienvenida. Sean, entonces, la puerta de entrada a mi casa de palabras. Con ellas y las de Octavio Paz comenzamos a navegar.

..... " La poesía /siembra ojos en las páginas /siembra palabras en los ojos /
..... Los ojos /se cierran. /Las palabras se abren."

miércoles, 21 de marzo de 2012

Podrá no haber poetas...

Por propuesta de la Unesco hoy se celebra el Día Internacional de la Poesía. Los poetas leerán poemas en las calles, se reunirán los escritores, las bibliotecas -y tal vez alguna escuela- recordarán la fecha. Se hablará de versos, se abrirán los libros. Por una vez, al menos, la poesía, esa cenicienta a la hora de editarse, se sentirá la reina de la fiesta.
Sin embargo muchos pasarán de largo, indiferentes, sin sentir que el festejo tenga que ver con ellos. Esos textos delgados, que asocian con lo cursi o lo escolar, no los convocan.
Poco importa aquí analizar las causas. Pero no está de más recordar que hoy es el día de la poesía, no sólo del poema. Y que todo lo que nos sucede puede ser considerado un texto, algo que compromete nuestra capacidad de escucha. No sólo los libros sino también las personas, los objetos, la naturaleza, los acontecimientos que suceden a nuestro alrededor, todos quieren decirnos algo. Hablan los árboles, la gente que pasa, los semáforos. Hablan los huesos de Julio Castro dando la última lección del maestro.
Y nuestra capacidad de escuchar -o de leer- eso que tienen que decirnos, habla de nuestra formación, nos constituye, nos pone en cuestión en aquello que somos.
Tal vez sea preciso abrir nuestra mirada, tal vez importe reflexionar sobre la abundancia de estímulos y la pobreza de experiencias que caracteriza a nuestro mundo. Nos convocan sucesos de actualidad convertidos en noticias fragmentarias y rápidamente caducas que logran informarnos pero no conmovernos. Quizás debamos cancelar esa frontera entre lo que sabemos y lo que somos, entre lo que pasa y lo que nos pasa, para sentir que la poesía está cercana.
Y hasta es posible que, como lo hace Oliverio Girondo, podamos llegar a sentir gratitud por todo lo que nos rodea.




Gratitud

Gracias aroma 

azul, 
fogata 
encelo. 
Gracias pelo 
caballo 
mandarino. 
Gracias pudor 
turquesa 
embrujo 
vela, 
llamarada 
quietud 
azar 
delirio. 
Gracias a los racimos 
a la tarde, 
a la sed 
al fervor 
a las arrugas, 
al silencio 
a los senos 
a la noche, 
a la danza 
a la lumbre 
a la espesura. 
Muchas gracias al humo 
a los microbios, 
al despertar 
al cuerno 
a la belleza, 
a la esponja 
a la duda 
a la semilla 
a la sangre 
a los toros 
a la siesta. 
Gracias por la ebriedad, 
por la vagancia, 
por el aire 
la piel 
las alamedas, 
por el absurdo de hoy 
y de mañana, 
desazón 
avidez 
calma 
alegría, 
nostalgia 
desamor 
ceniza 
llanto. 
Gracias a lo que nace, 
a lo que muere, 
a las uñas 
las alas 
las hormigas, 
los reflejos 
el viento 
la rompiente, 
el olvido 
los granos 
la locura. 
Muchas gracias gusano. 
Gracias huevo. 
Gracias fango, 
sonido. 
Gracias piedra. 
Muchas gracias por todo. 
Muchas gracias. 
Oliverio Girondo, 
agradecido.

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