Sin embargo muchos pasarán de largo, indiferentes, sin sentir que el festejo tenga que ver con ellos. Esos textos delgados, que asocian con lo cursi o lo escolar, no los convocan.
Poco importa aquí analizar las causas. Pero no está de más recordar que hoy es el día de la poesía, no sólo del poema. Y que todo lo que nos sucede puede ser considerado un texto, algo que compromete nuestra capacidad de escucha. No sólo los libros sino también las personas, los objetos, la naturaleza, los acontecimientos que suceden a nuestro alrededor, todos quieren decirnos algo. Hablan los árboles, la gente que pasa, los semáforos. Hablan los huesos de Julio Castro dando la última lección del maestro.
Y nuestra capacidad de escuchar -o de leer- eso que tienen que decirnos, habla de nuestra formación, nos constituye, nos pone en cuestión en aquello que somos.
Tal vez sea preciso abrir nuestra mirada, tal vez importe reflexionar sobre la abundancia de estímulos y la pobreza de experiencias que caracteriza a nuestro mundo. Nos convocan sucesos de actualidad convertidos en noticias fragmentarias y rápidamente caducas que logran informarnos pero no conmovernos. Quizás debamos cancelar esa frontera entre lo que sabemos y lo que somos, entre lo que pasa y lo que nos pasa, para sentir que la poesía está cercana.
Y hasta es posible que, como lo hace Oliverio Girondo, podamos llegar a sentir gratitud por todo lo que nos rodea.
Gratitud
Gracias aroma
azul,
fogata
encelo.
Gracias pelo
caballo
mandarino.
Gracias pudor
turquesa
embrujo
vela,
llamarada
quietud
azar
delirio.
Gracias a los racimos
a la tarde,
a la sed
al fervor
a las arrugas,
al silencio
a los senos
a la noche,
a la danza
a la lumbre
a la espesura.
Muchas gracias al humo
a los microbios,
al despertar
al cuerno
a la belleza,
a la esponja
a la duda
a la semilla
a la sangre
a los toros
a la siesta.
Gracias por la ebriedad,
por la vagancia,
por el aire
la piel
las alamedas,
por el absurdo de hoy
y de mañana,
desazón
avidez
calma
alegría,
nostalgia
desamor
ceniza
llanto.
Gracias a lo que nace,
a lo que muere,
a las uñas
las alas
las hormigas,
los reflejos
el viento
la rompiente,
el olvido
los granos
la locura.
Muchas gracias gusano.
Gracias huevo.
Gracias fango,
sonido.
Gracias piedra.
Muchas gracias por todo.
Muchas gracias.
Oliverio Girondo,
agradecido.
Gracias a Mercedes Calvo!
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