"Te puedes sentar, viajero, en esta casa de piedras: es tarde tal vez bajo tu bandera, en tu patria. Aquí siempre es temprano y el fuego está por encenderse (...) Tú, si quieres permanecer o disolverte, puedes hacerlo. Lo único que se exige es azul"

Estas palabras de Pablo Neruda me parecieron oportunas y cálidas para darte la bienvenida. Sean, entonces, la puerta de entrada a mi casa de palabras. Con ellas y las de Octavio Paz comenzamos a navegar.

..... " La poesía /siembra ojos en las páginas /siembra palabras en los ojos /
..... Los ojos /se cierran. /Las palabras se abren."

sábado, 31 de marzo de 2012

Ser escritor

Cada vez que oigo decir a alguno de mis amigos que ahora me he "convertido" en escritora, no puedo evitar sentir cierta inquietud. Porque si convertirse significa llegar a ser algo diferente a lo que se era antes ¿dónde está la que fui durante tantos años? ¿Y cuándo ocurrió tal transformación?
Supongo que algo habrá tenido que ver ganar un premio internacional, la publicación de mi primer libro, la participación en congresos, seminarios, talleres. Sin embargo, todo eso ha sido exterior a mí, lo han determinado otros. Es paradójico -¿o lógico?- que sea a partir de Los espejos de Anaclara, un libro en el que trato el tema de la identidad, que comience a cuestionarme y plantearme estas dudas.
Siempre en casa los cajones desbordaron papelitos con poemas garabateados. Si ya entonces escribía, como muchos, ¿por qué aún no era escritora? ¿Quién otorga ese título? ¿O tal vez queremos significar publicadora? ¿Y todo aquel que publica es escritor? ¿O todos podemos ser escritores, con mayor o menor talento, como cualquier oficio?
En verdad no sé a partir de cuándo comienzan a instalarse en nosotros estas inquietudes. A veces he pensado que los niños verían el oficio del escritor con más naturalidad que nosotros. Mis alumnos, por pequeños que fueran, nunca plantearon dificultades a la propuesta de escribir cuentos o poemas, que firmaron con decisión. Sin embargo el prejuicio ya estaba instalado. Sin duda a los seis años este niño debió haber sentido muy pequeño su nombre para sostener la responsabilidad de su texto y buscó entonces el apoyo de otro que, desde su prestigio reconocido, avalara la producción del pequeño poeta.
El sol va caminando/ se encuentra con un zoo/ se encuentra con sus amigos/ y dice chau chau.
Matías - Juana de Ibarbourou

3 comentarios:

  1. La gente no sabe los secretos oficios que se tienen hasta que la luz los ve.
    Todos hemos escrito en el aire, en el humo, en la palma de la mano de otro, en la arena de la playa, en la harina de amasar, en el azúcar que cayó al suelo, en el barro tierno, en la espalda de alguien a quien amamos...
    Y podría seguir sobre este papel de nube...pero, hasta que las personas no tienen en sus manos esas palabras NO SE CREEN que estés escribiendo cuando viajas en tren trenzando cartas que solo mandas por el aire.
    Un abrazo, escritora desde entonces, que escribiste tu nacimiento con un llanto y un suspiro.
    Rosa

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  2. Bellísimo texto de una escritora desde siempre! Y que, además, es maestra.¡Qué suerte ser su amiga!

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