"Te puedes sentar, viajero, en esta casa de piedras: es tarde tal vez bajo tu bandera, en tu patria. Aquí siempre es temprano y el fuego está por encenderse (...) Tú, si quieres permanecer o disolverte, puedes hacerlo. Lo único que se exige es azul"

Estas palabras de Pablo Neruda me parecieron oportunas y cálidas para darte la bienvenida. Sean, entonces, la puerta de entrada a mi casa de palabras. Con ellas y las de Octavio Paz comenzamos a navegar.

..... " La poesía /siembra ojos en las páginas /siembra palabras en los ojos /
..... Los ojos /se cierran. /Las palabras se abren."

miércoles, 5 de marzo de 2014

3 x $25

Sí, es lindísimo ir a una librería, ver y oler los libros recién editados, conocer los autores que hoy se imponen, los títulos nuevos de los que se habla. Pero no lo cambio por la experiencia única de hojear libros amarillentos en la Feria de Tristán Narvaja.
Nunca se sabe qué podrá aparecer allí, en esos cajones donde se amontonan los ejemplares a un precio que nos despierta sentimientos encontrados: alegría por la oportunidad de compra y tristeza por la desvalorización de algo que queremos tanto.

El último domingo me detuve ante un puesto donde se anunciaban libros ¡a $10! El vendedor, al verme acercar, redobló la oferta: 3 por $25 (sí, alrededor de un dólar).
Fui pasando lentamente los títulos, sabía que alguno habría de llamarme desde aquel viejo cajón de fruta.

 

Estío, de Juan Ramón Jiménez, fue el primero.
En la vieja antología que heredé de mi padre sólo había tres o cuatro poemas de ese libro que marca una época nueva en la obra de Jiménez: los poemas inspirados en el amor por Zenobia, escritos, según el propio autor, "a punta de espina". Lo elegí, claro, y seguí buscando.

El corazón me latió fuerte cuando descubrí el segundo título: La vida de las abejas, de Mauricio Maeterlinck. ¿Sería el mismo ejemplar que hace más de cuarenta años dejé olvidado en un ómnibus, camino de la escuela? Aunque no era muy probable confieso que lo abrí con la tonta ilusión de encontrar en la primera página mi nombre, pero no, claro; otra persona firmaba allí y la fecha era muy anterior:1947.



¿En qué momento, en qué circunstancias se habrían separado esa lectora y su libro? Imaginé los títulos que hoy atesoro en mi biblioteca años después, tal vez en un cajón como este, puestos a la venta en la feria por pocas monedas. Confieso que al principio sentí pena por ellos, pero enseguida imaginé el sentimiento gozoso de alguien que pudiera encontrarlos, como yo hoy, y el pensamiento me reconfortó. Sería un buen destino para ellos entibiar el alma de algún desconocido.

El tercer libro -estaba segura que habría justamente tres buscándome- me llamó no desde su título sino desde su autor: Rafael Sánchez Ferlosio. ¿Dónde había visto yo ese nombre?
Entonces recordé haber leído, hace unos años una novela estupenda, Soldados de Salamina donde su autor, Javier Cercas, narra cómo Rafael Sánchez Mazas, fundador e ideólogo de Falange logra escapar del fusilamiento porque un soldado anónimo le perdona la vida. Y cuenta la novela cómo en la investigación el joven periodista se entrevista con su hijo, el escritor Rafael Sánchez Ferlosio. Sánchez Mazas era también escritor y aunque yo nunca había leído nada de él y mucho menos de su hijo, pensé que dado que me había gustado tanto Soldados de Salamina no estaría de más darle un vistazo a aquel libro que, al menos muy tangencialmente, se relacionaba con la novela de Cercas.

Entonces, recién entonces, reparé en el título del libro: Industrias y andanzas de Alfanhuí.



Título y nombre extraño que, sin embargo, despertaban algo en mí. Le di un vistazo: Una silla enferma de mal de hastío, una criada disecada "que no tenía nombre porque era sordomuda", un gallo de veleta que mata lagartos a picotazos de hierro... ¿Sería un libro para niños? Si lo era, sin duda no era un libro convencional. Leí fragmentos, al azar:

 "Era un mendigo robusto y alegre, y me contó que le germinaban las carnes de tanto andar por los caminos, de tanto caerle el sol y la lluvia y de no tener nunca casa. Colgada del hombro llevaba una extraña flauta. Me explicó que era al revés que las demás y que había que tocarla en medio de un gran estruendo, porque en lugar de ser, como en las otras, el silencio, fondo y el sonido, tonada, en ésta el ruido hacía de fondo y el silencio daba la melodía. La tocaba en medio de las grandes tormentas, entre truenos y aguaceros, y salían de ella notas de silencio, finas y ligeras como hilos de niebla." 

¡El silencio daba la melodía! No pude menos de recordar las Reflexiones sobre la Poesía de Armindo Trevisan: 

"¿Qué hace el poeta sino adensar el silencio? El silencio es el lado invisible de la palabra; es un espejo dentro del cual la significación circula. Saber detenerse en el punto preciso en que se consume el beso de la palabra y el silencio, eso es la poesía. El poema no es más que la sombra enternecida de ese encuentro."

Y deseé poder escribir un poema con notas de silencio, finas y ligeras...

Fue entonces cuando recordé dónde había leído, años atrás, el nombre de Alfanhuí: en el blog de Darabuc, sitio de visita obligado para quien le interese el mundo de los libros, de la poesía, de los niños. "Yo creo que es mi primera conciencia literaria, de la literatura como espacio mágico, de dimensiones inabarcables" dice Darabuc. Y agrega que recuerda un pasaje del libro que le fue dictado por su maestro. Me imagino aquel niño escribiendo con letra insegura esas extrañas palabras, me veo a mí misma hoy, tal vez con el mismo asombro y desconcierto, escribiéndolas en el teclado. Y me quedo pensando...

¿Compré sólo tres libros por $25? ¿O cada libro alberga, como las muñecas rusas, muchos libros en su interior? ¿Cuántas historias paralelas, cuántas anécdotas personales, cuántas veces se desdobla, y multiplica, y nos crece dentro, y nos transforma?

El próximo domingo volveré a la feria. Si $25 son suficientes para vivir tantas experiencias ¿por qué negarse a ello? Sé que hay todavía muchas matrioskas esperándome.


4 comentarios:

  1. ud. si que sabe comprar doña Mercedes. Si vas el próximo domingo a comprar 3 libros por 25$ no te olvides de llevar 22$ más, para el ómnibus de la vuelta, claro.

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    1. Con $25 hice un viaje más interesante que el del ómnibus, Matías!

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  2. Dos joyas, desde luego. Y Alfanhuí, que no tiene nombre que yo le conozca (aunque está lleno de nombres y palabras extrañas...). Esa edición en concreto de Salvat, si salió como las de aquí, debe abrirse con cuidado porque tiende a partirse y entonces las páginas se desencolan. Aunque quizá sea como los vilanos: siembra al viento. Un abrazo

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    1. Hasta ahora están todas las páginas en su lugar, Darabuc. Mucho más ordenadas que las imágenes y sensaciones que despertó en mí. Pero que voy a sembrarlo, ni lo dudes! Gracias por presentármelo!

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