"Te puedes sentar, viajero, en esta casa de piedras: es tarde tal vez bajo tu bandera, en tu patria. Aquí siempre es temprano y el fuego está por encenderse (...) Tú, si quieres permanecer o disolverte, puedes hacerlo. Lo único que se exige es azul"

Estas palabras de Pablo Neruda me parecieron oportunas y cálidas para darte la bienvenida. Sean, entonces, la puerta de entrada a mi casa de palabras. Con ellas y las de Octavio Paz comenzamos a navegar.

..... " La poesía /siembra ojos en las páginas /siembra palabras en los ojos /
..... Los ojos /se cierran. /Las palabras se abren."

miércoles, 1 de febrero de 2012

Eso no se le hace a un gato

Hace pocos años que conocí sus poemas. Pero desde entonces asocio inmediatamente el nombre de Wislawa Szymborska con la palabra poesía.
Ella sentía que los ritmos poéticos eran los mismos que los latidos de su corazón, y la poesía, tan sólo una forma de respiración. Por eso hoy, que ha dejado de respirar, la poesía se duele de esa ausencia.
Mucho se escribirá, sin duda, sobre esta mujer singular, sobre su espíritu creativo que, con ironía y humor, supo trascender fronteras e idiomas. Se hablará del premio Nobel que obtuviera en 1996, se dirá cómo su voz era, no sólo su expresión personal sino la voz de un país cuya identidad fue avasallada sucesivamente por países vecinos. Se recordará cuánto pierde el mundo al acallarse esta voz.
Pero yo, tal vez por acompañar su creencia de que lo muy pequeño contiene lo más grande, recordé, apenas conocida la noticia, su poema Un gato en un piso vacío, y me pregunté: ¿tendría Szymborska un gato?


Morir, eso no se le hace a un gato.
Porque qué puede hacer un gato
en un piso vacío.
Trepar por las paredes.
Restregarse entre los muebles.
Parece que nada ha cambiado
y, sin embargo, ha cambiado.
Que nada se ha movido,
pero está descolocado.
Y por la noche la lámpara ya no se enciende.

Se oyen pasos en la escalera,
pero no son ésos.
La mano que pone el pescado en el plato
tampoco es aquella que lo ponía.

Hay algo que no empieza
a la hora de siempre.
Hay algo que no ocurre
como debería.

Aquí había alguien que estaba y estaba,
que de repente se fue
e insistentemente no está.

Se ha buscado en todos los armarios.
Se ha recorrido la estantería.
Se ha husmeado debajo de la alfombre y se ha mirado.
Incluso se ha roto la prohibición
y se han desparramado los papeles.
Qué más se puede hacer.
Dormir y esperar.

Ya verá cuándo regrese,
ya verá cuando aparezca.
Se va a enterar
de que eso no se le puede hacer a un gato.
Irá hacia él
como si no quisiera, 
despacito,
con las patas muy ofendidas.
Y nada de saltos ni maullidos al principio.


Así quedamos, porque la lámpara ya no se enciende.                                                                                                                                          

4 comentarios:

  1. Lindísmo.
    Ahora, si la lámpara ya no se enciende, ¿será porque la luz de la luna, tan chica allá a lo lejos contiene lo más grande?

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  2. Sin duda, poeta de la imagen. Usted siempre tiene las explicaciones más lindas.

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  3. ¡¡Qué solos nos quedamos cuando se nos mueren los portadores de la palabra!!
    Queda la esperanza de que, por cada uno que se vaya hacia la luz, se enciendan las estrellas de sus lectores y, al menos, ese día nazca una niña con el DON que tome su relevo en otro recorrido terrenal hacia lo eterno.
    Un beso, Mercedes

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  4. Gracias por tus palabras, Rosa. Sé que en tus clases se prepara ese relevo.

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