"Te puedes sentar, viajero, en esta casa de piedras: es tarde tal vez bajo tu bandera, en tu patria. Aquí siempre es temprano y el fuego está por encenderse (...) Tú, si quieres permanecer o disolverte, puedes hacerlo. Lo único que se exige es azul"

Estas palabras de Pablo Neruda me parecieron oportunas y cálidas para darte la bienvenida. Sean, entonces, la puerta de entrada a mi casa de palabras. Con ellas y las de Octavio Paz comenzamos a navegar.

..... " La poesía /siembra ojos en las páginas /siembra palabras en los ojos /
..... Los ojos /se cierran. /Las palabras se abren."

martes, 1 de mayo de 2012

El placer de leer

Releyendo ese imprescindible libro de Graciela Montes que es La frontera indómita encuentro un artículo que suscribo totalmente: es el que analiza la concepción del leer "como un placer"
El "placer de leer", señala Montes, es ya un eslogan que podemos identificar como propio de ciertos discursos, de cierto paradigma educativo, pero cuyos términos han perdido totalmente sus significados como palabras para convertirse en una fórmula muy soldada.
Montes propone entonces ejercer cierta violencia sobre esas palabras para intentar des-soldarlas, porque "las palabras no sólo se sueldan entre sí sino que se sueldan alrededor de nuestro pensamiento, y terminamos convirtiéndonos en prisioneros de ellas".
Se me ocurrió que una buena manera de separarlas sería buscar cada una en el diccionario de manera de poder liberar sus significados. Comencé con la palabra placer y el DRAE, además de las definiciones previsibles -disfrute, deleite, entretenimiento- me reveló esta sorpresa: una de las acepciones de la palabra placer es"arenal donde la corriente de las aguas depositó partículas de oro"
Después del asombro inicial me quedo pensando si leer no es justamente eso: buscar en ese arenal la partícula valiosa, el destello de una palabra que nos hable al oído, que sintamos como nuestra, la palabra que nos permita construir un sentido para que el texto, en definitiva, nos diga y nos modifique.
Y concluyo que sí, que más allá de los almohadones que aseguran una lectura cómoda y sin riesgos, si enfrentamos un texto buscando esa palabra, la que tal vez nos golpee y perturbe pero a la vez nos abra un nuevo camino, sí, sin duda, si leemos así, leer es un placer.

1 comentario:

  1. Placeres dobles: oro de las arenas y oro de las ideas que pueblan la imaginación.
    ¿Puede darse más por menos?
    Pero ¡qué felicidad dentro del mundo de las letras!
    Besos, Mercedes

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